Marina Pascual Izco

Primer Premio del concurso “A caldo” 2002, categoría de  a 12 a 16 años.

Tafalla, año 2050

Tafalla, 20 de marzo de 2050

-          Papá, ¿falta mucho para llegar a ese sitio?

-          No, ya casi estamos

La familia entera se bajó del coche. La propuesta de visitar Tafalla había sido de Luis. Ana, al ver la ilusión que le hacía a su marido, había accedido; pèro la idea de visitar una ciudad fantasma le resulta macabro. La localidad había sido abandonada hace tan solo cinco años, pero la falta de actividad, la falta de vida, habían producido en ella efectos devastadores.

Luis era natural de Tafalla pero, al igual que la mayoría de la gente de su generación, al terminar la carrera se había casado y se había ido a vivir a un sitio que le proporcionara mauro calidad de vida. Fue tal la despoblación que se produjo que en el año 2040 quedaban tan solo 100 habitantes que prefirieron abandonar la ciudad antes de ser testigos de cómo el escenario de su infancia se venía abajo.

Luis había aparcado en la plaza y comenzó la ruta turística.

-          Este es el Ayuntamiento. Era prácticamente nuevo ya que fue reformado cuando yo tenía unos diez años. ¿Os gusta el reloj?. Daba campanadas cada hora.

-          Si nos encanta. Es esférico, tiene dos agujas y números ¡qué original!

El que pronunció esta frase fue David, el hijo mayor de Luis, que estaba en la edad del “pavo”. David estaba muy enfadado por que se había perdido un concierto por ir a visitar la ciudad de su padre. Justo cuando Luis tenía la edad de David (catorce años), decidió que no viviría en Tafalla, que no dejaría que sus hijos experimentaran la agonía que el vivió día tras día. Ana regañó a David por el comentario, pues Luis se había sentido profundamente ofendido.

-          Prosigue, Luis – dijo Ana con tono conciliador.

-          Bien, ¿veis esta puerta?. Pues aquí se ubicaba el famoso restaurante Túbal. Era un restaurante de fama a nivel nacional, incluso sirvió una comida al padre del Rey Don Felipe.

-          Sí. Incluso yo había oído hablar de él. Y eso que soy de Valencia – comentó Ana.

A David ya le iba interesando más la historia. Él creía que Tafalla había sido un pueblucho cualquiera, pero no era así.

-          Mirad, aquí todavía se conservan las letras de “Comercio Gorriti”. Se llamaba así por que hace muchísimo tiempo, yo no lo conocí, había un teatro del mismo nombre – explicaba entusiasmado Luis.

Había sido una buena idea ir a Tafalla.... Le parecía que estaba haciendo algo por ella al rememorar su historia, como si eso ayudara a que los pilares de las casas no se vinieran abajo. David interrumpió los pensamientos de su padre:

-          Pero un restaurante famoso, un teatro, ¿cómo una ciudad importante puede desmejorarse tanto hasta el punto de quedar despoblada?

El silencio fue la única respuesta. Era algo que Luis se preguntaba muchas veces, y nunca encontraba solución a semejante enigma.

Cruzaron la plaza y se dirigieron hacia un viejo edificio.

-          El cine.... éste era el cine. Pero también lo quitaron. Aquí si que lo pasábamos bien ... Una vez se me pegó un chicle en el pelo y mi madre me lo tuvo que cortar ¡menuda calva se me quedó!

-          ¿Por qué no nos enseñas el colegio? – sugirió Ana. Estaba a dos pasos del cine, por que llegaron enseguida.

Este edificio si que suscito emociones a Luis, había permanecido toda su infancia allí, en los Escolapios. Había sido allí donde había crecido, donde había odiado, donde había jugado ... donde había vivido.

-          ¿Está viejo he? – aclaró David, aunque ya era evidente.

Las hierbas se asomaban entre las rejas, todos los hierros estaban oxidados, todo estaba muerto. De pronto, Ana pegó un grito. La causante de este chillido había sido una pequeña serpiente. A Luis le corrió un escalofrío por todo el cuerpo, y no por que le dieran miedo las serpientes. Quizá era por que estaba al lado de un colegio de curas, pero rememoró la escena en la que Eva cayó en la tentación de la serpiente y toda la humanidad quedó condenada a trabajar para sobrevivir. A Luis le pareció que la serpiente había simbolizado algo parecido, que los Tafalleses, en vez de luchar, cayeron en la tentación de lo fácil, de abandonar en vez de seguir peleando por su ciudad.

-          Luis, es casi la hora de comer. ¿Por qué no nos enseñas tu casa?. Ya se que no ha dado tiempo a mucho pero... – dijo Ana.

-          Sí, sí. Tampoco quiero parecer un carca – rió Luis. Aunque no era alegría lo quesentía en ese momento. Les condujo hasta su casa. Estaba situada al lado del río (por llamarlo de alguna manera).

-          Pues la fachada era bonita – dijo Ana por cumplir.

-          ¿Podemos entrar? – preguntó David.

-          Bueno, pero al menor crujido salimos pitando.

Todas las estancias estaban vacías. David correteaba por todo, y Ana le seguía. Luis se detuvo en el salón. Miles de recuerdos encharcaron su mente. Podía oir a su hermana y a él discutiendo, y a su padre regañándoles. Se dirigió a su habitación y se acordó de los cuentos que le leía su padre antes de dormirse. A él de pequeño Tafalla le parecía enorme y peligrosa, pero su madre siempre estaba allí para calmarle. Sus padres habían muerto ya hace años por enfermedad. Su hermana vivía en Madrid y él apenas la veía. Una pequeña lágrima asomó por la mejilla. Pensó que si se hubiera quedado en Tafalla hubieran estado todos juntos. Le daba la sensación de que había renunciado a una parte de sí, a su tierra. Sintió que Tafalla era algo vivo y que por su culpa ahora estaba muriendo. Se arrepintió por no haber luchado por la mejora de su pueblo, haber hecho algo para que no se viniera abajo. Pero ya no había nada que hacer, nada.

-          Ana, vamos bajando al coche.

Se montaron y arrancó. Se prometió que nunca volvería. Ahora a él también le parecía macabro visitar Tafalla. No, no pensaba ver como moría lo que él mismo había apuñalado.

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Soy una chica de catorce años. He escrito este relato por que cero que es importante luchar por lo que queremos. Yo misma me siento culpable por no querer vivir en Tafalla cuando sea mayor. La mayoría de la gente con la que me relaciono tampoco quiere vivir aquí. ¿Por qué?

¿Por qué no queremos continuar aquí, en nuestro pueblo?

Yo creo que es por que nos ha tocado ver como se cierra el cine, como nos quedamos sin discoteca ... Creo que deberíamos hacer algo para que Tafalla salga adelante. Espero que se cumplan los proyectos del polideportivo y de la Casa de la Juventud. Lo que más me gustaría es que dentro de veinte años dijéramos: “Estábamos equivocados. Tafalla es una ciudad cada vez más moderna. Me gusta vivir aquí.”

Sería muy triste que tantos años de historia se vinieran abajo.